domingo, 20 de octubre de 2013

Globalización



Después de la Segunda Guerra Mundial y con las reformas de McArthur el archipiélago logró impulsarse con la utilización de las bases ya establecidas desde la época Meiji para su consolidación como hegemonía económica internacional en los años que le siguieron. Las
reformas que McArthur realizó fueron para democratizar la economía. Las más importantes
fueron la desarticulación de los consorcios monopólicos (zaibatsu), las reformas agrarias y la democratización laboral. No obstante, la crisis económica y civil que se presentó
después de la guerra, el emperador todavía gozaba del apoyo de la gran mayoría del pueblo japonés. La burocracia, el parlamento y el gabinete permanecieron intactos y funcionaban dispuestos a cooperar McArthur no transformó las estructuras políticas, sociales ni económicas en su profundidad; más bien fue capaz de utilizarlas y manipularlas para que al introducir las nuevas reformas (basadas en el modelo estadounidense) produjeran un resultado exitoso. En cuanto a la democratización de la economía, se impusieron leyes antimonopólicas y se desintegraron 83 partes subsidiarias de los zaibatsu. Sin embargo los hechos, sus vínculos y enlaces financieros permanecieron intactos. Como resultado de este proceso ambiguo, el cambio propició una mejor recuperación de las riquezas y la generación de nuevas empresas. A pesar de los esfuerzos, las industrias privadas se organizaron, nuevamente, en grupos denominados keiretsu, con el fin de fortalecer su posición en el mercado y poder perpetuar las prácticas monopólicas. A principios de los años cincuenta McArthur contrató al banquero de Detroit Joseph Dodge con el propósito de asegurar la recuperación japonesa. Dodge diseñó un pograma para la estabilización de la economía. Su principal componente fue balancear el presupuesto consolidado, que experimentó un déficit sustancial


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